Dresde, capital sajona de cultura

Dresde

Capital del estado federado de Sajonia, Dresde constituye uno de los puntos más atractivos de Alemania desde el punto de vista turístico gracias al paisaje dibujado por el Elba, a sus joyas barrocas y a los fastuosos palacios y villas que miran al río. Claro que no todos conocen realmente todo lo vivido por esta ciudad.

Cuenta en su dilatada historia con varios incendios, el de 1685 y el de 1732, que prácticamente asolaron la ciudad convirtiéndola en lo que habrían sido eternas cenizas, si la fuerza y la energía de los habitantes de Dresde no se hubiera unido para reconstruir nuevamente la urbe y, sobre todo, para alzarla por encima de las demás capitales alemanas como urbe cultural por excelencia.

Otro ejemplo de superación se produciría en el ocaso de la Segunda Guerra Mundial, cuando algunas ruinas de Dresde sobrevivieron a los bombardeos aliados quedando como simiente para la recuperación posterior.

Aunque durante la época socialista desaparecieron la mayoría de los edificios antiguos, en la zona centro, conocida como Neustadt, quedaron algunos recuerdos del glorioso pasado y además, las autoridades socialistas también llevaron a cabo la reconstrucción de ciertos edificios notables como el palacio Zwinge y la Catedral de la Corte o Hofkirche.

Símbolo del devenir de la historia y, en especial, de la reconciliación alemana es la Frauenkirche o Iglesia de Nuestra Señora. Este edificio fue bautizado definitivamente como tal en Octubre de 2005 desmarcándose, en cierto modo, de un pasado que la había ensalzado como monumento contra la guerra y mirando a un futuro en el que este y oeste volvían a caminar unidos.

Puntos culminantes en la ciudad son también la terraza de Brühl, conjunto arquitectónico a orillas del Elba, el edificio de la ópera, Semperoper, o la Galería de Pinturas de los Maestros Antiguos, donde se pueden apreciar grandes obras del renacimiento y del barroco.

Ahora bien, sin duda, la mayor ostentación de belleza viene de la mano del deslumbrante Palacio Zwinger. Este edificio se eleva como una de las muestras más sublimes del ocaso del barroco en Europa y destaca por su Kronentor o Puerta de la Corona, la fuente del Baño de las Ninfas o el carrillón de su gigantesco reloj.

Resulta imposible aproximarse a la cultura del país germano, sin pasar por Dresde, aunque sólo sea para mirar los carteles de sus teatros, escenas, galerías y museos y confirmar que allí se mueven las principales tendencias culturales europeas mecidas, quizás, por las aguas del Elba.

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